jueves, 25 de febrero de 2010
EMERGENCY EXIT
SALIDA DE EMERGENCIA
Y ahí estaba yo. Parada.
Con las terminaciones nerviosas haciendo cortocircuito entre ellas.
Sin ser capaz de hablar.
Una nube pesada nublo mi vista.
Las piernas me empezaron a temblar bruscamente, chocando una contra otra.
Quería largarme.
Echar a correr como nunca lo había hecho en mi vida.
Pero las malditas piernas no me respondían.
Inútilmente trate de hacer desaparecer el aguacero que caía por mi mejilla.
Las gotas suspendidas en la punta de mi nariz se deslizaban hasta mis labios.
Con la lengua tome una de ellas y la introduje en mi boca.
Su sabor se me hizo salado.
Eran lágrimas.
Mis lágrimas.
Era estúpido pensar que podía sentir algo a estas alturas.
Y sin embargo ahí estaba, temblando y llorando.
Creo que no fue arrepentimiento, sino la pena por mi misma la que provoco la nube.
Daba igual.
Ya estaba allí.
Y lo iba a hacer.
No había vuelta atrás.
¿Qué importaba que me empezara a auto compadecer?
Lo que me trajo a este punto fueron mis odiosos sentimientos.
No los soporto.
Son como una astilla que se entierra en lo mas profundo de un dedo
y no la puedo sacar.
Así que la única solución es arrancar el dedo.
Verás, cuando el dolor es insoportable, uno hace lo que sea para que termine.
Y ya estaba allí.
Sólo tenia que hacerlo.
Inhalé profundamente. Olía a miedo.
Levanté mi mano derecha y la llevé hasta mi cabeza.
No había sido consiente de qué tenia en la mano hasta ese momento.
Le saqué el seguro.
Lo había visto hacer muchas veces en las películas, así que supuse que no me daría problemas.
El artefacto plateado apoyado en el costado de mi cráneo me invitaba a lo desconocido. Dejándolo todo atrás.
Cerré los ojos enaguecidos. seguía lloviendo.
Me pasó por la mente el desfile de toda mi existencia.
La vida que siempre quise evitar, ahora me miraba fijo a los ojos.
Sola para todo. Sin nadie ni nada para apreciar. Y sin ser apreciada.
Sólo quería que acabara.
Traté de poner la mente en blanco y dejar atrás todos los recuerdos ahogados de sufrimiento y dolor, y concentrarme para hacer un tiro certero.
Apreté el gatillo.
- Cuando sólo viviste para sufrir, y por concecuente para morir,
te das cuenta de que la muerte es una salida fácil y racional.
La vida, es difícil y dura. La muerte; el escape perfecto.
C.
Y ahí estaba yo. Parada.
Con las terminaciones nerviosas haciendo cortocircuito entre ellas.
Sin ser capaz de hablar.
Una nube pesada nublo mi vista.
Las piernas me empezaron a temblar bruscamente, chocando una contra otra.
Quería largarme.
Echar a correr como nunca lo había hecho en mi vida.
Pero las malditas piernas no me respondían.
Inútilmente trate de hacer desaparecer el aguacero que caía por mi mejilla.
Las gotas suspendidas en la punta de mi nariz se deslizaban hasta mis labios.
Con la lengua tome una de ellas y la introduje en mi boca.
Su sabor se me hizo salado.
Eran lágrimas.
Mis lágrimas.
Era estúpido pensar que podía sentir algo a estas alturas.
Y sin embargo ahí estaba, temblando y llorando.
Creo que no fue arrepentimiento, sino la pena por mi misma la que provoco la nube.
Daba igual.
Ya estaba allí.
Y lo iba a hacer.
No había vuelta atrás.
¿Qué importaba que me empezara a auto compadecer?
Lo que me trajo a este punto fueron mis odiosos sentimientos.
No los soporto.
Son como una astilla que se entierra en lo mas profundo de un dedo
y no la puedo sacar.
Así que la única solución es arrancar el dedo.
Verás, cuando el dolor es insoportable, uno hace lo que sea para que termine.
Y ya estaba allí.
Sólo tenia que hacerlo.
Inhalé profundamente. Olía a miedo.
Levanté mi mano derecha y la llevé hasta mi cabeza.
No había sido consiente de qué tenia en la mano hasta ese momento.
Le saqué el seguro.
Lo había visto hacer muchas veces en las películas, así que supuse que no me daría problemas.
El artefacto plateado apoyado en el costado de mi cráneo me invitaba a lo desconocido. Dejándolo todo atrás.
Cerré los ojos enaguecidos. seguía lloviendo.
Me pasó por la mente el desfile de toda mi existencia.
La vida que siempre quise evitar, ahora me miraba fijo a los ojos.
Sola para todo. Sin nadie ni nada para apreciar. Y sin ser apreciada.
Sólo quería que acabara.
Traté de poner la mente en blanco y dejar atrás todos los recuerdos ahogados de sufrimiento y dolor, y concentrarme para hacer un tiro certero.
Apreté el gatillo.
- Cuando sólo viviste para sufrir, y por concecuente para morir,
te das cuenta de que la muerte es una salida fácil y racional.
La vida, es difícil y dura. La muerte; el escape perfecto.
C.
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