- ¡Ah, destrucción, qué pronto te insinúas en la mente de un desesperado!
- Ah, mi amor, mi esposa, la
Muerte, que robó la dulzura de tu aliento, no ha rendido tu belleza, no te ha conquistado. En tus labios y mejillas sigue roja tu enseña de belleza, y laMuerteaún no ha izado su pálida bandera. - ¡Ah, querida Julieta! ¿Cómo sigues tan hermosa? ¿He de creer que la incorpórea
Muertese ha enamorado y que la bestia horrenda y descarnada te guarda aquí, en las sombras, como amante? - Ah, aquí me entregaré a la eternidad y me sacudiré de esta carne fatigada el yugo de estrellas adversas.
domingo, 4 de abril de 2010
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