Qué ojos rebosantes de comprensión.
martes, 5 de abril de 2011
Melatonina
Las noches están salpicadas con tu voz. Es tan fácil volar. Es tan natural perderse entre las texturas y colores. Los músculos faciales no duelen.
No hay unidades. Todos son parte de todos. Todos somos una pieza de un enorme rompecabezas. El cual solo llego a entender cuando la gravedad me permite verlo desde arriba.
No quiero despertar. Porque nunca parezco dormir lo suficiente.
La razón no encaja en este estado. O tal vez se llega al verdadero racionamiento cerrando los ojos.
Y los presentimientos me inundan. De alguna manera conozco las cosas, y no quiero mirar, porque sé como terminan.
Todas las palabras que dije, que no diría. Todas las promesas que no rompería.
Mi relativa sonrisa hirviendo en mi cara.
Es como tenerte en la punta de la lengua, y amenazar con parpadear y olvidar todo.
Y todo está bien. Las cosas se acomodan perfectamente por aproximadamente 6 horas.
Qué cálida voz la que me arrulla.
Qué ojos rebosantes de comprensión.
Qué ojos rebosantes de comprensión.
Pero, a fin de cuentas, prefiero no mirarlos. Porque lo más difícil de todo esto, es despertar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario