domingo, 26 de junio de 2011
Trepanaciones.
Esa manera que tenés de pasar por encima de todo y de todos. De mirar hacia atrás y que no te duela al hacerlo. Las pisadas nunca fueron tan toscas. La forma de evadir las negaciones nunca fue tan eficaz y el sentirte transparente en el espejo se vuelve constante. ¿Lográs verte blanco llevando toda esa brea a cuestas? Hay situaciones, hay cosas por las cuales nos vemos condicionados, ¿y no se te dobla la espalda? La inmutabilidad a la que sometes tu cara rompe todos mis esquemas pero ¡uff!, como quema tu grito en mis venas. Y es que cuando no hay palabras que intermedien la escena, los poros terminan por delatar. Poros delatores. Sé. Estar parado en medio de una habitación plagada de gente y gritar. Gritar sin que te escuchen. Llorar y suplicar por cánticos adormecedores y por que la sal no queme tanto. Tanta cantidad de miel sin probar. Sin nunca ser probada. Y después de todo, conseguir una especie de lobotomía barata, realizada a mano alzada, que te dejó los ojos de porcelana. Tengo los brazos abiertos y espero.
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