jueves, 11 de agosto de 2011
En tercera persona la perspectiva cambia mucho.
Cuando te encontrás a vos mismo caminando por la vida sólo por inercia y no sos capaz de parar y preguntarte el porqué, generalmente es cuestión de miedo a cuál pueda ser la respuesta. En cuanto te pares, las cosas caerán por peso propio y no tenes ganas de limpiar el desastre, así que preferís caminar. No te das cuenta. Se llama Rutina.
Pensó que nadie podría darle lecciones. Pensó que sabía todo y sobre estimaba, sin ocultar, a casi todas las personas que la rodeaban. Su frase de cabecera lo explicaba todo; ''tengo suficiente con mi mierda, no deseo cargar con la de los demás'', palabras pesadas para tan pequeña chica, pero eficaz en abastecerla con una dosis de retraimiento, ocultándola de mierdas ajenas y evitando desastres.
Sabes que no querés sentir. Sentir significa posibilidad abierta a terminar herido. Como si abrieras los brazos y estiraras el pecho esperando una bala.. o un abrazo.
Sigue pensando de la misma manera. Es difícil derrumbar cuando lo que construiste está hecho de tanta tristeza y nostalgia. Se vuelve un masacon duro, no filtra el agua, ni siquiera los gritos que nadie parece escuchar.
Aún así, las personas se acercan, atraídas por la mirada perdida y las infinitas danzas musculares que se estrenan las 24/7 del día en su cara.
Un chico, puede que tan perdido como ella, aparece. Resalta no sólo fisicamente, resalta en palabras, en acciones. Abiertos a debatir la vida misma y reírse del resultado, caen en razón. No estás solo. Bueno, lo estás, hasta que decidís mirar a tu costado. Si te dieras una oportunidad, si le dieras una oportunidad a la vida de sorprenderte, el aire no se sentiría tan aplomado en tus pulmones.
Las palabras son la mejor arma que tiene. Elige las que la situación amerite, y nunca las piensa dos veces. Sin buscar nada encontrás de todo. Como alguien encuentra refugio en tus palabras, el aliento que faltaba, el empujón, el parpadeo para despertar del amniótico sueño en el que uno mismo se condena.
Es la primera vez que cae agua por provocar algo en alguien. Es la primera vez que se siente con el poder suficiente para no golpearse la cabeza contra la pared y leer. Leer lo que el chico le dedicó. Habían desde siempre razones, pero ahora lo sabe. Ahora esta segura de que la vida quita, y a cambio te entrega. Entrega amor. Luchar para dejarlo entrar y que sucumba la abadía en la que te sentencias, que corte la soga de ahorque y puedas respirar.
Gracias por recordármelo todo el tiempo. Pero tus alas son las mas hermosas que haya visto.
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