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lunes, 28 de noviembre de 2011
Natalie Marie.
Podríamos pasar de todo y contemplar. O simplemente reposar la mirada en algún ángulo en el cual nuestros ojos no sulfuren. Podríamos callar y caer en la cuenta de si el silencio que producimos nos resulta apacible, o demasiado incomodo. Decime por favor si la daga que sostenes tan firmemente contra mi pecho no te genera callos en los dedos, o en las palmas. ¿Es que no duelen tus articulaciones?
De todos modos jugué hasta que la encontré. No te culpo, dios no. Mis brazos estaban extendidos al igual que mis piernas para vos. Todo para vos. El ardor que dejaste atrás durará una semana o dos, si fuiste lo suficientemente bueno.
¿Odiarías a una mujer, a una nena, que no conoce otra cosa más que esto? ¿Podrías, siquiera, compadecerte de ella? No importan las palabras pues la daga se queda conmigo. Por el resto de mi vida. Mi cuerpo esta lleno de ellas. ¡Cuantas veces te has ido, cuantas veces has vuelto! Cuantos agujeros adornan mi piel, imposible es contarlos.Vacíos, entradas de aire, nada con que llenarlos. Puede que sea hora de cambiar de táctica.
De tanto raspar mis rodillas con el mismo tipo de piedra, me quedé en huesos. -
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