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IT WAS A LIE WHEN THEY SMILED

AND SAID,

“YOU WON’T FEEL A THING”.





In this moment we can't close the lids on burning eyes. Our memories blanket us with friends we know like fallout vapors. Steel corpses stretch out towards an ending sun, scorched and black. It reaches in and tears your flesh apart, as ice cold hands rip into your heart... That's if you've still got one that's left inside that cave you call a chest.

And after seeing what we saw, can we still reclaim our innocence?
And if the world needs something better, let's give them one more reason now!





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viernes, 30 de julio de 2010

Apocalypse


Y si estamos todos locos, ¿quién nos cuida? 
Y si estamos todos enfermos, ¿quién nos sana? 
Y si estamos todos tristes, ¿quién nos anima?
Arriba y abajo, es todo lo mismo. Más de lo mismo. La gente no despierta.
Son estados mentales. Son huesos rotos. Son sentimientos.
¿En qué punto nos convertimos todos en una pegajosa masa?
Entonces, no quedan doctores, no quedan psicólogos, no quedan sonrisas. Que decadente y aburrido es estar acá. 
Tengo piernas, podría levantarme y correr. Correr hasta ver desaparecer la nube gris detrás de mis zancadas. 
Este es el punto en el que empiezo a dudar. No hay suficientes músculos despiertos y la ciudad derrocha oscuridad.
Está prohibido encender luces. Las caras amarillas, las bocas fruncidas, las manías que nos agarramos no tienen perdón de Dios. 
Pero Dios se olvidó de este lugar hace tiempo.
Es como en los cuentos infantiles en que Papá Noel no aparece en las casas pobres porque se olvida.   Pura mierda.   La verdad es que Papá Noel no existe y no hay dinero para comer, menos para hacer regalos.
El sol se apagó el día en que la última persona hábil que quedaba se remojó los labios al compás de las cosas materiales. Las cosas carnales.
No puedo evitar reírme. Estamos todos jodidos y no nos damos por aludidos. 
Pensando que este sería el final descubro que no es más que el comienzo. El comienzo del olor a podrido sobre esto que una vez fue verde, azul y blanco. Asqueados de utilizarnos y ponernos en la frontera del deseo. ¿Cuándo dejamos de lado lo espiritual para deleitarnos con el uso de los sentidos? ¿Cuándo nos convertimos en cosas indeseables? 
Esto no se trata de ninguna predicción. Quizá Dios huyó al ver en lo que sus hijos se convirtieron, y nos dio por acabados. Quizá le dimos miedo. Quizá es por eso que vagamos entre fuego y hacemos cenizas todo a nuestro paso. Quizá su partida generó toda esta discordia. 
Nos atormentan las ganas de gritar, pero ya no poseemos voces. Nos matan las ganas de llorar, pero ya no tenemos ojos. 
Oh, pero me arrepiento. 
Me arrepiento de haberme dejado corromper por cosas ajenas a mí. Me arrepiento del sufrimiento causado, del amor descartado, de la infelicidad, de apagar a los demás. Me arrepiento de haber tirado la vida por esta vivencia basada en creencias sadomasoquistas y la sangre, tan bien apelmazada en el cuerpo de todos. 
También me di cuenta que llegamos al punto en que no sirve la redención. No hay arrepentimiento valido. Estamos todos esperando a la luz que nunca va a llegar. Como los leprosos eran abandonados en cuevas para que no se esparciera la peste. 
Pero, ¿alguien va a leerme? ¿Alguien leerá y se conmoverá por las memorias de esta descascarada ciudad? ¿Alguien se conmoverá por mí? 
¿De casualidad estábamos predestinados a fracasar? 
No pretendo creer que Dios nos hizo perfectos con la cualidad del libre albedrío tallada en nuestras caras. 
No pretendo creer que somos lo que somos porque nos lo permitimos. ¿Pero qué puedo pretender yo? 
Si soy otro más del montón, desviviéndome por sonreír. Matando por volver al agua que nunca más caerá de mis ojos. Infringiendo dolor solo para ver a los demás sentir. 
Entonces no hay más culpable que yo mismo. 
Con mi voluntad y mi palabra no necesité a ningún Santo para traer a esta tierra a sus propias rodillas y reír descaradamente mientras quemábamos todo. No merecemos perdón. No merecemos que alguien se conmueva. Ni siquiera merecemos la muerte. 
Repensando todo, prefiero no correr. Si de alguna forma sirve para remediar lo que troné irremediable, me quedaré aquí, hasta que el fuego que causamos me consuma y hasta que Algo me dé la oportunidad de decir lo siento.  




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miércoles, 28 de julio de 2010

Monologue    d'ouverture

 
Déjenme serles franco desde el mismo comienzo. No les voy a gustar. Los caballeros sentirán envidia, las damas repulsión. No les gustaré ahora y les gustaré mucho menos mientras avancemos.

Damas… les anuncio… Voy por ustedes todo el tiempo. No es un alarde u opinión. Es un diagnóstico totalmente sólido. Lo pongo en juego ya saben. Y me verán ponerlo en juego y luchar por ello. No. Se meterían un problema. Mejor lleguen a sus propias conclusiones desde lejos...! Para evitar que mi masculinidad les moje bajo sus vestidos.

Caballeros. No se desesperen. También voy por ustedes. Y les aplico la misma advertencia. Aguanten sus erecciones hasta que yo les diga, pero después, cuando ustedes follen… y seguro que ustedes follarán.
Espero y cuento con ustedes y sabré si me han tenido en cuenta. Quiero que follen con mi imagen plasmada y adherida en sus gónadas. Sientan como fue para mí. ¡Como es para mí! Y piensen. ¿Fue éste el mismo placer que él sintió? ¿Conoció algo más profundo? ¿O hay ahí una pared de lujuria en la que todos incrustamos la cabeza en ese momento tan resplandeciente?

Eso es. Ese es mi prólogo. Nada con rima. Sin muestras de modestia. ¡No esperaban modestia! Eso creo. Soy John Wilmot. Segundo Conde de Rochester. Y no quiero gustarles.

monologue     final

 Asi que ahí yace finalmente el converso del lecho de muerte. El libertino piadoso. No podía danzar a medio compás, ¿verdad? 
Denme vino, apuro la botella y la arrojo vacía al mundo.   
Muéstrenme a nuestro señor Jesús en agonía y monto la cruz y robo los clavos para mis propias palmas. Ahí voy, alejándome del mundo arrastrando los pies. Mi baba fresca sobre una biblia. Miro la cabeza de un alfiler y veo ángeles danzando. 
Bien, ¿les agrado ahora? 
¿Les agrado ahora? 
¿Les agrado… ahora?

martes, 27 de julio de 2010

I see you
Cause you won't get out of my way
I hear you
Cause you won't quit screaming my name
I feel you
Cause you won't stop touching my skin
I need you
They're coming to take you away

sábado, 24 de julio de 2010


I’m on my knees,
   fuck you, 
fuck me !

viernes, 23 de julio de 2010


Sentándose en la hamaca, no en esas de los parques, sino en las de hilos, las que se pondrían en el patio de una casa, escuchó como las articulaciones de sus extremidades inferiores retumbaban en su oído.
Carajo, ya estaba viejo. 
Levantó la cabeza hacia el lejano y cargado cielo, expectativo.                                                          
Era una de las tantas cosas que habían cambiado. Ya no tenía ese color boreal sobre el cual se divisaban las estrellas salpicando de brillos la noche.                                                                    
Era como si el cielo también acumulara los años, y en vez de tener arrugas, estaba gris, tapado por todos los edificios que se habían construido. Ya no llovía. Ya no era tan apasionado.                         
El hombre, con esfuerzo, se recostó sobre la tela arrugada de la hamaca y deslizando su peso hacia ambos lados, comenzó a hamacarse.                                                                                                         
Ahora el cielo se movía.                                                                                                                           
Dos cosas viejas moviéndose en sincronía.
Le miraría y le maldeciría por haber sido testigo de todas las atrocidades que había cometido. Y le maldeciría por no haberle dado amparo; mas ahora era espejo de sus acciones pasadas, y ya no quedaban miradas de odio para entregar.
Una sonrisa le curvó los labios al sentir ese golpe de aire cálido tan conocido y entrañable.
Le hacía acordar a ella.
Le hacía acordar a porqué ahora estaba hamacándose solo, llorando lo que el cielo no daba hace décadas.
Un espasmo de dicha recorrió su cuerpo cuando reconoció el olor acaramelado que siempre tenía en el pelo, largo y rojo como sus mejillas. Su cara ovalada y blanca se pinto en el viento, sonriendo. Como extrañaba esos labios rojos por naturaleza, esa mirada furtiva. 
Cerró los ojos y por inercia se tocó el dedo anular. 
Era de esperarse, él no se sentiría sorprendido al notar el faltante anillo en su dedo. 
La tristeza se apoderó del hombre, absorbiéndolo todo. 
Esa época en que las hojas caían y él no era más que cabello y libido. 
Esa época en que la conoció, derrumbando sus propias paredes. No había qué decir, las miradas brillantes y llenas de furor arrasaron con sus ojos, superándolos. 
En esa época, en que ella le habló de su embarazo y él se paralizó, revolviéndose el estomago, llenándose los ojos de lágrimas.
Había pasado tanto tiempo, y las cicatrices en la piel podrían probarlo, mientras que los años atestiguarían por él. Remordimientos, estúpidos remordimientos. 
Ella se marchó. Y él no la siguió.

Abrió los ojos. 
La hamaca había parado hace rato, y el viento era ahora una horda de dagas punzantes bailando sobre sus poros. ¿Cómo algo tan hermoso se torna tan abstractamente frío, sin vida? Horrorizado, dejo caer los brazos sobre su pecho, cerrando los parpados con vehemencia, tratando de que las sombras se alejaran. 
Esta vez no había a quien dejar. No había familia a la que destruir. No había amor al cual darle la espalda. El cuerpo dolorido lo trajo a la realidad. 
Su cabeza ardía y su garganta seca le pedía a gritos algo que no existe. Rompiendo con el habito de las pastillas, se aseguró de dejarse dormir por las dagas que ya no le lastimaban como antes, con los ojos abiertos de par en par en busca de algo en el vasto firmamento gris. 
Ahora le parecía que se podía hundir en las líneas uniformes de nubes a semi formar, ahogándose con el humo del cual fueron formadas, su garganta no lo resistiría. 
Dejó la cobardía de lado, y empezó a respirar a bocanadas, para llenar el vacío que sentía.
Sus cartas no tuvieron respuesta, y fueron devueltas años atrás.
No recordaba quien le había contado, como al pasar, que la ahora mujer, madre soltera, había tenido su vuelta a casa muy prematuramente. El nene, ahora hombre de familia, la habría velado hace años.
Las cosas que un hombre puede generar con simplemente mover los tobillos son más grandes que todas las gotas que el cielo pueda escupir.
Ahora la fuerza no estaba, la había dejado con aquella muchacha de pelo cobrizo y su panza, apenas relievada.
Todo se sumió en silencio.
La respiración, cada vez más lenta.
Otra vez el dibujo de su cara en lo gris. Otra vez esa sonrisa.
Pero había algo distinto esta vez.
Ella se había ido, y ahora, él la seguiría.

jueves, 22 de julio de 2010

No tengo arrepentimientos, y recuerdo el día en que nos conocimos, no había manera de que te olvidara, así que te seguí a casa, y esperé hasta que estuvieras solo.  Y me arrastré adentro de tu cuarto mientras dormías, me acosté a tu lado y supe que nunca te dejaría ir. Sé que suena tan mal, pero solo soy una criminal locamente enamorada. Me puedes arrestar, no me quiero ir. Enciérrame, tira la llave. No me importa si estoy en un grave problema, soy adicta a tu amor, seré tu prisionera. Te despertaste, mirándote en tu sueño. Como un venado en las luces de un auto que no pude ver nada más que la manera en que respirabas. Y gritaste al tope de tus pulmones, no podías creerlo, pensaste que estabas soñando. Yo sabía que nunca querría dejarte ir. Sé que suena tan mal, pero solo soy una criminal locamente enamorada.  Estoy preparada para las consecuencias, créeme, tengo las peores intenciones.-
I  DONT  WANNA  LEAVE-

lunes, 19 de julio de 2010


Lo ve como un desgasto físico. No puede estirar los brazos para abrazarlo, ni aunque él llore y llore gritando su nombre en silencio. Claro que ella nunca lo besó. No le pagan para eso.  Es algo tan común en este tiempo no mirar a la gente a la cara. Pero después de él viene otro, y otro. Todos son él, y él son todos. Promedio de 7 u 8 por día. Y como es que todos los que entran en su cuarto salen satisfechos y vuelven por más. Ese más que les falta, es lo que ella nunca les va a dar. Es por eso que terminan regresando como moscas a la luz de un faro. Si lo que los atrae los mata. Y eso que puede llegar a salvar vidas, más arriba que sus piernas y pechos, no tiene precio. Esa exhalación que sabe a humo y frutilla, producto de su labial y cigarros.


So many nights, so many fights, so many days,
too easy to erase.-

miércoles, 14 de julio de 2010


Love the hardest way,






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martes, 13 de julio de 2010

It's raining all the time. I need you by my side
So I hit the floor, once again. 

No hay viento. Esta todo tan calmo que me preocupa. ¿Es que encontré paz, o estoy en el ojo del huracán, a punto de ser absorbida?
Hoy pasé por al lado de un extraño que tenía tus ojos. ¿O eras vos?
Empieza a llover. Y las cosas que antes generaban impotencia y lágrimas, ahora son solo una puntada de angustia en mi cejas, fruncidas, negadoras.
Sintiendo el agua recorrerlo todo. Sintiéndola salada y llena de cosas que no puedo pronunciar. Entonces duele cuando entra a las heridas. Lo salado rompe con la dulzura del tajo y lo molesta, obligándolo a cicatrizar de a poco. Pero no quiero curarme. No me quiero ver distinta. Esto es lo que me gusta. Esto es genial. Estar neutra en medio del huracán, de la tormenta, de las lágrimas. Poder sentirme en contacto con la nada, y mimetizarme, y que las arrugas y los nudos se vallan, se queden en la nada. Quedar parada en medio de la calle vacía, llena por el aguacero al chocar contra mi cara que posicionada hacia arriba espera por un rayo para que acabe con todo. Ya no miro su foto. Hombre maduro y vivaz, consumido por humo. Rota la promesa de aguantar. Roto el corazón de la beba. Rota por siempre la familia. Enfermedades rondan las calles, y si pretendo quedarme en ellas cuando la gente duerme, debería tomar recaudos. ¿Para qué darme sueños, si a tan corto rato me los sacás de un manotazo? ¿Para qué siquiera darme la vista, si es tan fríamente azulada como la tuya, haciéndome revivir los fantasmas que dejaste al irte? Asquerosamente rubia, asquerosamente blanca, asquerosamente igual a vos. Entonces me empiezo a romper la espalda al contar los pesos que cargo. Entonces es cuando te veo borroso y lleno  de rojo, lleno de humo. Entonces es cuando reconozco. Cuando me doy cuenta que sí, el huracán me empezó a arrastrar hacia arriba y arriba. No era sensación de paz. Eran las lágrimas que precedían a la catástrofe, regalándome océanos de recuerdos, mares de amores, ríos de denuncias.  Solo salir del estado mudo en el que vivo tu ausencia genera distorsiones. Fueron grandes marcas violacias en los párpados, nariz colorada, cachetes al rojo vivo. Ojos que languidecen. Mirada frustrada, sin entender, sin nunca ser entendida. Es por eso que me encanta la idea de ser Suiza. Ser nula en todo. Y no tener que soportar otra vez el peso del río en mi cara, ni lo que me genera esa descarga cada vez que te presentas en mis rezos. ¡Entonces tampoco rezo! Bueno, eso sería mentir. Como es que yo,  acá, esperando a que salga el sol después de tanto tiempo sin calor, en estado de nube sobre todo la cuidad, pido por vos. Contradecirme otra vez, no me importa. No van a alcanzar nunca las lágrimas para sanar el tajo. Y si hubieran suficientes, creo que preferiría seguir recordándote en todo lo que yo no puedo ser. En todo lo que nadie más me puede ofrecer. Recordándote como ese al que entre risas y llantos, le dije mi primera palabra. Aquel que se acuesta a mi lado todas las noches en sueños, y me canta. Aquel, dueño de mis ríos, mis océanos, mis mares. Aquel, al que le pertenezco, y aquel que nunca me perteneció.









lunes, 12 de julio de 2010

Y o u 'r e   t h e   e v e   o f   m y   
d e s t r u c t i o n
I n   t h e   g a r d e n   o f   f e a r s,.

martes, 6 de julio de 2010


R e a p e r s o u l


Mas que excitante, empalagador. El verla retorcerse. El verla acurrucarse sobre su flácida espalda, marcada de tensión. Llevada hasta su punto máximo. Volviendo a cero y retomando otra vez.
Hasta quebrarla.
Las costillas relucidas sobre la piel con dulces cardenales violáceos. La cara congelada en un sueño de terror.  
Es tan perfecta, que merece ser destruida.
Y si no te dejo descansar es porque quiero que sientas. Que sientas hasta desear no sentir nunca más nada.
Y si no te dejo dormir, es para que te vuelvas irritante, y que la impotencia crezca, muy dentro tuyo.
No tengo motivos. Y a la vez los tengo todos. Puede ser que la única forma de amor que haya conocido sea destruirlo todo. Y aun así, noto la divagación en mi mente. Pero mi naturaleza me gana. Y si para que yo pueda sentir,  ella debe sufrir, Que así sea.
Y no es que me niega. La débil contracción de sus piernas al tratar de poner una barrera entre los dos no me es obstáculo. Sus gritos a medio gritar, sostenidos en un seseo extenso y lastimero me llenan  los oídos de poesías. Bueno o malo. Dulce o agrio, me aseguro que sea lo primero y lo último que vea.
Y en la pelea a la que la someto todas las noches, en la pelea que siempre gano, se pierde un poco más.
Los ojos desorbitados y dilatados, los labios se mueven sin hablar. Creo que fue a mitad de una de tantas luchas que se olvidó de respirar, o algo parecido.
Al final, se dejó vencer. Al final, se escapó.
Entonces, viendo que este es el fin de la hipocresía, de la sátira y de la obligación, feliz de no volver a tener que decirle te amo, feliz de no volverla a obligar, feliz de la infelicidad en la que vivió su último tiempo sumergida, cierro los ojos y sueño-  soñar, algo que ella no pudo hacer en todo este rato.
Prohibiendo lo que nos hace humanos, negando la vida, la libertad,  ocupando cada pedazo de cabeza, cada pedazo de cuerpo, adorando lo que desprecias, disfrutando cada gota de dolor. Adornando a la desesperación con flores, adornándote con púas.
Tal vez mañana me despierte con un gusto amargo en la boca.   No importa. No necesito un psicoanálisis. Ella se rindió y yo gané, una vez más.

domingo, 4 de julio de 2010


S o u l r e a p e r           

Me caían por la cabeza, la frente, el cuello. Toneladas de él por todo mi cuerpo.                                                       
Bajaba y subía. Subía y bajaba.                                                                                                                                                              
No sirve el llanto. Todas las lágrimas lo impulsan con más fuerza hacia mí. No sirve rogar, si mis manos sujetas me impiden rezar por acabar con este castigo de una vez.                                                                                   
Mi cara; horrorizada, rota y morada, y la suya, mostrándome los dientes. Riendo de rabia y placer.                    
Tengo la panza dura,  los pechos cortados, los brazos amarrados, negros. Mis piernas, con la impotencia de rechazar y fracasar, tensionadas. Todo hace que duela mucho más.                                                                                   
No puedo,  no puedo explicar la sensación de ardor que recorre mi vientre. La sangre desparramada rompe con el blanco y el negro, entremezclándose en la pelea.                                                                                                    
Otro golpe.                                                                                                                                                                                              
Mientras más fuerte lo hace, más duro me da la espalda contra el piso. Y no para, él sigue, como quien en un frenesí no deja de convulsionar. El grito ahogado en mi garganta responde a los insultos que sus dientes escupen. Margaritas sobre mi piel. Espinas sobre mi piel. Los ojos hinchados no ven más que nubes, cansados de ver su figura moviéndose contra la mía, cansados de ver la humillación que precede a esta escena, llenos de lagañas.                                                                                                                                                                      
Se repite. Otra, y otra, y otra vez. Tomando todo de mí, ¿es que queda algo más que te puedas llevar?           
Y me tira. Y me levanta. Y me vuelve a tirar. Solo para recordarme que le pertenezco y que me puede patear cuando se le dé la gana.                                                                                                                                                      
Perdida en la espera de escapar de todo lo que me supera. Esperando a que la esperanza me abandone.       
Y no creas cuando te dicen ‘’te amo’’. No creas en lo especial que sos. No creas. Pedazo de carne ahora y siempre. Eso somos.                                                                                                                                                                               
Me penetran las ganas de dejarme llevar, y a último momento, acabar desmembrada en el pavimento.  Me dejo estar a regañadientes. Las piernas aflojan, mi panza sigue dura, mi vientre sigue sin vida.                       
Me dejo y ya no duele. Ya no siento. Sus manos son la nada en todo mi torso. Sus dedos son plumas que rozan y dan escalofríos. Y una sonrisa curva mi cara, y llorando de alegría rio. Rio como nunca antes. Y veo campos. Veo vida.  Y en espasmos de dolor y agonía veo cielos, veo ríos, veo el final. Y a medida que dejo cerrar los ojos con cada movimiento devastador, mi cuerpo se hace sombras. Mi cabeza, mi frente, mi cuello están limpios, sanos. Mis  brazos, mi panza, mi vientre, mis pechos, intactos.                                                 
El olor a piel se va de mí.                                                                                                                                                                   
El sudor se seca. Los poros se cierran.                                                                                                                                             
La vida se escapa.                                                                                                                                                                                     
Era la única forma de volver a respirar.


¢rr.

¢rr.
gettarround,