La espera.

Es levantarme  para volver a dormir.  Es  escuchar, para dejar de escuchar del todo. Es escribir estas líneas, para esperar ser recordada. Es el viaje que haces todas las mañanas desde tu cuarto hasta el baño. Es el tiempo que te tomas para comer. Para reír, para llorar y para sufrir. Es la transformación que le ocurre a mi cara desde la mañana hasta la noche, y de la noche a la mañana.                               
Es un anhelo de que cada pequeña cosa que hacemos sume para dejar de esperar tanto. 

Yo siento que no quiero sentir. Pero la espera me obliga. Por ende siento para no sentir del todo, en algún momento.

En la noche,  entre el tratar dormir y el dormir. En ese momento es en el que la espera se hace más presente.  Enfrentarse con lo que sos y rogar dejar de dar vueltas y apagarte de una vez. Todos utilizamos nuestro tiempo como más nos place. Yo simplemente estoy a la espera.                               
A la espera de volver a sentirme cálida junto a dos manos tan entrañables y faltantes.                             
Yo me levanto, escucho,  escribo, rio, lloro y sufro porque sé que la espera será fructuosa.         

Yo espero, para no esperar más. 

-