Y pensar en su avaricia cuando me niega la palabra, sosegada de gritos y violencia, y me canta la más hermosa frase para ir a cometer una locura. Son como el auto en la vía, la aguja en el brazo, la navaja en la piel. Y si soportar más de su dulce agonía, disparada en miles de lanzas atravesar mi corazón  significa prevalecer, pues me niego.

Basta con carcomerme un poco una uña que se me quiebra el brazo. Y el tiempo no avanza. Mis ansias de la vida se opacan, se llenan de arena, se quiebran.

No hay necesidad de llorar mama,  tal vez abajo, deba yo estar. 

En momentos como este, es cuando te das cuenta cuan solo estás, Y cuan honda puede llegar a ser esa sensación.